SUSO GUEVARA, el poeta.
pintura de Leonid Afremov
Tal vez alguno no entienda que de
vez en cuando los poetas nos cortemos las venas con una pluma de ganso para ver
como se vierte la tinta interior y oscura esperando preciar el balanceo y
posterior abandono de esa última gota que se lleva el suspiro. Perfectamente
pulida y torneada, péndula y dubitativa. Bella. Tal vez alguno piense que no se
puede supeditar la vida a la letra, pero eso no es así en un poeta. El poeta se
asoma siempre al abismo. Allí se encuentra el cementerio de las palabras
asesinadas. Aquellas que un día dolieron tanto que fueron censuradas, malditas
y eliminadas sin ningún miramiento. Allí sólo el poeta es capaz de estirar las
manos y alcanzar los escombros de lo que un día fue verso, de lo que un día fue
una verdad punzante, un efímero escaño en la realidad introspectiva de la
existencia humana. Y el poeta que agarra los cadáveres de aquellas palabras es
capaz de tragar su veneno y abandonarlo todo. Capaz de caminar eternamente por
su nunca-hogar y planear el derrumbe de su cuerpo desde el último piso de la
reedición de “Azul” sobre el estatuario papel, deletéreo y voraz.
Así
vive Suso Guevara, siempre deslizándose por las aristas del tiempo. En un mundo
propio y obsceno que sólo él entiende. Sin hacer daño más que a sí mismo y con
una sonrisa en el bolsillo que se autodestruye a los cinco segundos como
aquellas notas que el jefe Quimby entregaba a Gadget antes de cada caso.
Marginado hasta por los muebles (que a menudo destruye) y querido por las
piedras y las nubes, los árboles y la humedad, los pájaros. Una sombra fugaz en
los ojos de la sociedad, pero vivo.
Acusado
de huraño aquel que ve en las personas más allá del rostro y el traje de piel.
Tildado de indigente quién menos necesidades materiales tiene. Rechazado el que
es capaz de sentir con la empatía de un espejo de emociones. Chivato del
corazón, chismoso de las heridas, despojo de los amores perdidos, refugiado de
todas las guerras del mundo, eco de las injusticias, fantasma de todos los
censos electorales y antes de todo ello, por todo ello y con todo ello… POETA.
Así
es Suso Guevara, un hombre que decidió un día vivir en la poesía.
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Un beso grande para ti.