MANUEL YA NO ESCRIBE
-
- Si yo tuviera la certeza de que soy yo a quien
esperas. Si yo pensara que puedo hacerte feliz sin más, sin esfuerzo,
simplemente siendo yo mismo. Si yo creyera que tú estás absolutamente segura de
que nada sería bello sin mi. Si me echaras de menos. Si me alcanzara con un
gesto de cariño para enternecerte un poco. Si tu piel fuera tu piel, como yo la
conocí. Si no me quedaran dudas que no hubieras ya desvelado. Si tú fueras tú y
yo el de entonces. Si todo siguiera igual que cuando nos conocimos, entonces, ¿qué
sería todo esto? ¿qué mentira hubiéramos vivido?
- - ¡Uich, Manué! ¡Qué tonto te pones, hijo, que no
tengo ganas y ya está, no le des más vueltas!
- - Matas la poesía, Mary, de verdad.
- - Dame un beso, anda, tonto. Qué eres más tonto
que tó.
- - ¿Ves?, ya la has resucitado. ¡Ainns...! Si es
que…
- - ¿Si es que… qué?
- - Me quedao en blanco.
- - Vaya mierda de poeta eres, Manué, hijo. No sé
cómo te recibo, en serio, eh. Venga, anda, que me das pena, dame treinta euros
y vamos al lío, que tengo mucho trabajo hoy.
- - ¿De verdad me vas a cobrar?
- - No, espera… Como a todos, como siempre, o ¿tú te
crees que este coño es tuyo?.
- - Pero yo te quiero.
- - Claro, y yo, y yo… ¿vamos o no vamos?
- - ¡Puf…!
Manuel saca los treinta euros de su
bolsillo y antes de dárselo ella se los arrebata de los dedos. Lo coge de la
mano y se lo lleva a la cama. Quince minutos después Manuel sale por la puerta
y, por las escaleras, se cruza con un señor con traje y corbata. Se fija en su
mano izquierda y lleva una alianza. El señor llega a la puerta de Mary y llama.
Manuel se esconde en el rellano. Ve como ella abre la puerta en bragas, le
agarra de la corbata y lo atrae al interior. Manuel se come por dentro, se
muere de celos. Media hora más tarde, el señor sale del apartamento de Mary.
Manuel decide seguirlo. El señor se sube a su auto y conduce por las calles de
la ciudad. Para en un bar de mala muerte. Manuel entra tras él. El señor pide
una copa, se la toma mientras ojea un periódico del día anterior. Paga y se
marcha. Manuel lo sigue. El señor para delante de una casa en una urbanización
de clase media en la periferia de la ciudad. Antes de salir toca el claxon un
par de veces, muy seguidas. Se abre la puerta y dos pequeños de unos tres y
seis años salen corriendo. No ha cerrado aún la puerta del auto cuando ya los
tiene abrazados cada uno a una pierna. En el umbral le espera una mujer morena,
bien cuidada, bella. Vestida con traje de oficina y un delantal recién
estrenado.
Manuel no quiere ver más. Abre la guantera
y coge un revólver.
Comentarios
Felicitaciones por cada publicacion!!
Es genial ser parte!
besos