SUSO GUEVARA & MARIO BENEDETTI

Aquella mañana del 18 de Mayo me despertó su voz gruesa.
Me pareció muy triste que Suso me llamara a mí. Sólo disponía de una llamada y me llamó a mí. No me sentí halagado ni dilecto. Sabía perfectamente que esa llamada era la confirmación atroz de que Suso no tiene a nadie más.
De camino a comisaría iba pensando en la barbaridad que habría cometido esta vez. Me sentía como un padre que ha recibido la llamada del director del colegio por la última gamberrada que su hijo ha cometido. Iba imaginando la innumerable lista de posibilidades. Cuando llegué a su estancia el hedor a destilería resolvió mis dudas. Estaba esposado, así que intuí que se habría resistido. No me sorprendió. Tuve que firmar como si me llevara un paquete de la oficina de correos. El agente me entregó sus pertenencias poniendo cara de Miura y espetó unas protestas que por esperadas fueron desoídas. Me atreví a ayudarlo para que se levantara y su gesto fue receptivo. Así que supe que algo no andaba bien. Se alzó laxamente y me dolió ver que su frente no estaba alta. Su mirada no mostraba ni un atisbo de orgullo y se hundía doblegada en el piso. Nunca antes le había visto perder su gallardía. Se subió al coche y le pregunté qué le habían hecho.
- Nada. No se hubieran atrevido.
Su impulso insurrecto me tranquilizó un poco y ahondó más mi incertidumbre. Permanecimos en silencio durante parte del trayecto hasta que abrió la boca.
- No te he llamado a ti el primero.
Me sorprendió. No pude concluir ni una sola persona más a la que habría llamado. No sentí decepción, más bien, alivio.
- No quería creerlo. Pensé que debía ser una alucinación fruto de la ingente borrachera que cogí anoche pero… no respondió al teléfono. No había nadie al otro lado, ¿sabes? No es que no respondiera, es que no había nadie.
Su brazo derecho sobre la ventanilla descendida. Su mano sobre la frente, como queriendo aguantar los salvajes pensamientos.
- Se ha muerto, ¡joder! La gente dice: No… sigue con nosotros… su obra perdura… sólo está dormido… Pero… ¡se ha muerto! ¡joder! ¡se ha muerto!
Paró un segundo y respiró tan hondo que entendí que inhalaba tormento.
- Su verbo huele a pasado, su tregua se ha roto y tengo una guerra dentro que no hace rehenes. No tengo ya incertidumbre por qué me contará mañana. ¡Se ha muerto¡ ¡joder! ¡se ha muerto!
Me pareció muy triste que Suso me llamara a mí. Sólo disponía de una llamada y me llamó a mí. No me sentí halagado ni dilecto. Sabía perfectamente que esa llamada era la confirmación atroz de que Suso no tiene a nadie más.
De camino a comisaría iba pensando en la barbaridad que habría cometido esta vez. Me sentía como un padre que ha recibido la llamada del director del colegio por la última gamberrada que su hijo ha cometido. Iba imaginando la innumerable lista de posibilidades. Cuando llegué a su estancia el hedor a destilería resolvió mis dudas. Estaba esposado, así que intuí que se habría resistido. No me sorprendió. Tuve que firmar como si me llevara un paquete de la oficina de correos. El agente me entregó sus pertenencias poniendo cara de Miura y espetó unas protestas que por esperadas fueron desoídas. Me atreví a ayudarlo para que se levantara y su gesto fue receptivo. Así que supe que algo no andaba bien. Se alzó laxamente y me dolió ver que su frente no estaba alta. Su mirada no mostraba ni un atisbo de orgullo y se hundía doblegada en el piso. Nunca antes le había visto perder su gallardía. Se subió al coche y le pregunté qué le habían hecho.
- Nada. No se hubieran atrevido.
Su impulso insurrecto me tranquilizó un poco y ahondó más mi incertidumbre. Permanecimos en silencio durante parte del trayecto hasta que abrió la boca.
- No te he llamado a ti el primero.
Me sorprendió. No pude concluir ni una sola persona más a la que habría llamado. No sentí decepción, más bien, alivio.
- No quería creerlo. Pensé que debía ser una alucinación fruto de la ingente borrachera que cogí anoche pero… no respondió al teléfono. No había nadie al otro lado, ¿sabes? No es que no respondiera, es que no había nadie.
Su brazo derecho sobre la ventanilla descendida. Su mano sobre la frente, como queriendo aguantar los salvajes pensamientos.
- Se ha muerto, ¡joder! La gente dice: No… sigue con nosotros… su obra perdura… sólo está dormido… Pero… ¡se ha muerto! ¡joder! ¡se ha muerto!
Paró un segundo y respiró tan hondo que entendí que inhalaba tormento.
- Su verbo huele a pasado, su tregua se ha roto y tengo una guerra dentro que no hace rehenes. No tengo ya incertidumbre por qué me contará mañana. ¡Se ha muerto¡ ¡joder! ¡se ha muerto!
El Sol reinaba con valentía en un cielo insultantemente azul. La luz clara de Andalucía lo inundaba todo. De pronto, sin pedirlo ni esperarlo, comenzaron a danzar los limpiaparabrisas delanteros.
Comentarios
Mucho.
Besos.
Un abrazo. Beli
que ternura!!!
que modo de mostrar el efecto de vacìo terrible que deja la muerte.
Alicia
un abrazo
Me encantó el relato y tu manera de homenajear a Benedetti.
Saludos
Muy bello.
Bikiño.
BESO:)MJ
Aproveché la visita a mi página y compruebo que la tuya es también muy interesante. Me la miraré con calma y despacio.
Cordialmente,
Antonio
Nota: la escala máxima de los huracanes es seis.
Excelente señor escritor!
Tengo que investigar antes.
Te beso, te beso
Saludos, estupendo texto
http://elespaciodeunlatidooriginal.blogspot.com/
El relato me ha gustado muchisimo.
unha aperta
Veo que sigues tan genial como cuando te descubrí.
Saludos.
El hombre se fue, el poeta nos queda.
Besitos.
Pd: Muy tierno el relato.
y Benedetti no está
y nos ha enseñado tanto...
cariños
Solo queria darte desde aqui las gracias por tu blog, para no engañarte, no lo visito a menudo, pero me sirve de relax cuando me siento agobiada o triste; leerte hace que me encuentre.
En estos días, por culpa de mi equipo, que espero siga siendo el tuyo, parece que he perdido el alma, que esa tarde de domingo me dejó y aun se encuentra entre esos asientos verdes y blancos esperando que vaya a buscarla y le diga que no es verdad lo que pasó. Pero no es asi, ha vuelto a mi leyendo tu escrito al maestro Benedetti. Asi que permiteme que me aproveche de tu espacio para ir volviendo a la realidad.
Bueno, si tienes un huequito, pasate por mi espacio a traves del msn y deja algunos comentarios para que lean lo ARTISTA que eres. Espero que todo te vaya de arte. Besos.
Puede que no se hubiera ido del todo ¿verdad?, el limpiaparabrisas habló.
Benedetti sigue entre nosotros.
Saludos
Un abrazo
Mira, como dice Suso: Yo soy del Betis hasta cuando gana.
Me alegro de que mis letras te den consuelo y cobijo.
Un abrazo fuerte, Cinta, y por favor, que no se olvide el "manque pierda".