Mis Poemas

Estaba dispuesto.





Estaba dispuesto
a tirar la puerta abajo,
arrancarte las ropas
y sudarte.


Abrí, no sin violencia,
la portezuela del bloque.
Saludando a los cíclopes de madera
que chismorrean de tu sexo
subí los peldaños
de tres en tres.


Coordinando perfectamente
manos y pies,
me deshice del cinturón
y empecé a desabrocharme
la camisa de los domingos,
dejando al desnudo
mi desierto del alma.

Estaba a punto de embestir
contra la puerta.
Empezaba a despedir el calzado,
italiano, por cierto,
cuando te oí tras del postigo
jadeando, sin aire,
explotando aes desmesuradas
contra vírgenes y dioses.
Pensé que te dolía el mundo
o que intuías mi arribada.

Aplacado por los gritos,
me dispuse a tocar el timbre
y antes de señalarlo
gritaste un nombre de hombre
que no parecía el mío.

Me alejé de puntillas,
atrincherándose el cuello,
el cinturón en el hombro,
la camisa de sombrero,
los zapatos en la mano,
italianos, por cierto.

Jesús Domínguez

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