LAS MENTIRAS DE LA CONCIENCIA. VOL. 1
Salió de la gestoría mirando a ambos lados de la calle, como si fuese a cruzar una avenida atestada de presurosos autos. Finalmente tomó la acera en sentido oeste. Al cruzar el segundo semáforo divisó a un indigente derramado sobre el suelo como un cirio al final del recorrido procesionario. Se echó las manos a los bolsillos y extrajo algunas monedas. Pero entonces, cayó en la cuenta de que necesitaría dinero suelto para la máquina del café, así que echó el freno y guardó la calderilla. Puso la vista al frente y continuó su camino por temor a cruzar las miradas. Al llegar a su altura, sintió crepitar los cartones al son de un quejío puro y hondo. Le vino a la cabeza la imagen de Manuel “El Agujeta” cantando por carceleras. Apretó las manos dentro de los bolsillos como queriendo estrangular la plata. Diez metros después relajó los puños que ya lucían nudillos nevados por la presión y volvió a sentir el tintineo del metal. Quiso distraerse pero la voz de “El Agujeta” retumbaba fuerte en las sienes. Se levantó el pantalón varias veces tirando de la cinturilla hacia arriba como si repentinamente la prenda pesará varios kilos más. El repique de los bolsillos se hacía cada vez más agudo y elevado, y empezaba a taladrarle el cerebro. Quiso agarrar las monedas de nuevo como si quisiera asegurarse de su esencia inerte, pero ya quemaban. No pudo casi ni tocarlas y empezaba a notar el calor incidiendo en la piel a través del nylon.
Llegó al coche y subió en él como si le estuvieran persiguiendo. Se secó el sudor en la manga de la camisa y suspiró varias veces. Aceleró pensando en acabar con esas malditas monedas con la inquietud de quién lleva un cadáver en el maletero. Se bajó como si portara una diarrea incipiente y supo que las vísceras se le habían alojado ya en la garganta cuando quiso dar los buenos días al portero, que lucía el rostro del indigente.
Abrió la puerta de la oficina con varios segundos de aire caliente contenido en los pulmones. Se dirigió a la máquina del café empujando a todo aquel que obstaculizaba su camino.
Cuando logró alcanzarla descubrió un hermoso cartel amarillo con unas decorosas letras oscuras que versaban: “Fuera de servicio”.
Minutos más tarde, la voz dolorosa de “El Agujeta” se mezclaba con la sirena de la ambulancia.
Llegó al coche y subió en él como si le estuvieran persiguiendo. Se secó el sudor en la manga de la camisa y suspiró varias veces. Aceleró pensando en acabar con esas malditas monedas con la inquietud de quién lleva un cadáver en el maletero. Se bajó como si portara una diarrea incipiente y supo que las vísceras se le habían alojado ya en la garganta cuando quiso dar los buenos días al portero, que lucía el rostro del indigente.
Abrió la puerta de la oficina con varios segundos de aire caliente contenido en los pulmones. Se dirigió a la máquina del café empujando a todo aquel que obstaculizaba su camino.
Cuando logró alcanzarla descubrió un hermoso cartel amarillo con unas decorosas letras oscuras que versaban: “Fuera de servicio”.
Minutos más tarde, la voz dolorosa de “El Agujeta” se mezclaba con la sirena de la ambulancia.
Comentarios
un abrazo
Un abrazo.
un gustazo inmenso navegar por tu conciencia...?
cariños.
;)
muakkkkkkkkkkkkkkkk
Me puedes regalar tu URL para seguirte, gracias.
Un saludo colombiano.
Un abrazo y gracias.
Estoy a ler, mas ainda navego poco en espanhol, mas chegarei lá.
Un abrazo
Sonia
saludos fraternos
un abrazo
Me he quedado sorprendida después de leer algunos escritos tuyos, realmente eres muy bueno.
No sé si felicitarte o abrazarme por encontrarte.
Un beso
Un abrazo y bonito inicio de semana!
Besitos.
Saludos, estupendo texto
Uno debe hacer las cosas cuando estas nacen del corazón, porque algunas no pueden enmendarse.
Me ha gustado mucho el relato.
Un saludo
Lala
P.D. Tocas la guitarra?
Saludos desde México
me ha gustado mucho el relato, me has dejado con la intriga y las ganas de leer las siguientes partes.
Escribes muy bien, es un placer leerte.
Un beso violeta,
Maribel
Muy bueno
Un besito! :D
Me ha gustado tanto o más como el segundo volumen! Y desde aquí te animo a que inventes más relatos con esta temática, que la conciencia es capaz de albergar multitud de mentiras y culpas...