LA NOCHE DE REMEDIOS ARIZA (Final)
Estaba tan tenso y nervioso que empecé a perder el control de mis pensamientos y esto me llevó a hablar de manera compulsiva. Casi no puedo recordar lo que decía, mi garganta articulaba más deprisa de lo que mi cabeza es capaz de trabajar. Sí recuerdo que traté el hecho de lo atractivo que resultó para algunos escritores el contacto con el mundo del más allá. Le hablé de Sir Arthur Conan Doyle y su obsesión por el espiritismo. Le relaté algunas de sus experiencias con las hermanas Fox y como se descubrió más tarde el fraude de éstas.
A cada frase le seguía un sentimiento de estupidez y ridículo más avergonzante que el anterior, pero estaba inmerso en una marabunta lírica de la que no era capaz de escapar, hasta que se me ocurrió preguntar.
- Yo creo en todas esas cosas. Y tú, Suso, ¿crees que hay vida después de la muerte?
Se abalanzó sobre mí como un tigre de Bengala. Me agarró por la solapa y con los ojos vestidos de odio me dijo.
- Mira, niñato estúpido, hace veinte años que perdí lo único de este asqueroso mundo que me ha importado alguna vez. Así que, todavía estoy esperando saber si hay vida antes de la muerte, ¿te enteras?
Me soltó, no sin violencia, y se marchó a paso ligero. Recobré la lucidez y supe que debía dejarlo solo.
Dos horas después Suso estaba en la barra de un lupanar cargado de whisky hasta las cejas.
Se acercó una mulata escultural, de caderas anchas y culo respingón, poco pecho pero puesto en su sitio y labios carnosos. Sus escuálidas ropas parecían cicatrices de su historia y sus ojos un par de almendras tostadas bañadas en miel. Le echó el brazo por encima restregando tanta piel como pudo sobre el brazo siniestro de Suso.
- Hola, mi “amol”. ¿Te apetece pasar un buen rato?
Suso la miró con compasión.
- ¿Cómo te llamas?
La mulata acercó sus labios al oído de Suso, rozándolos con intención antes de responder.
- Me llamo como tú quieras.
Suso la miró sin esbozar ni la semilla de una sonrisa. Se clavó en sus ojos como intentando penetrar en ellos. La dulce mulata no dudó. Mantuvo su gesto deseoso y su mirada alegre mientras se mordía el labio inferior. Suso apuró la copa y, esta vez, sin mirarla a los ojos le dijo:
- Te llamaré Consuelo.
A cada frase le seguía un sentimiento de estupidez y ridículo más avergonzante que el anterior, pero estaba inmerso en una marabunta lírica de la que no era capaz de escapar, hasta que se me ocurrió preguntar.
- Yo creo en todas esas cosas. Y tú, Suso, ¿crees que hay vida después de la muerte?
Se abalanzó sobre mí como un tigre de Bengala. Me agarró por la solapa y con los ojos vestidos de odio me dijo.
- Mira, niñato estúpido, hace veinte años que perdí lo único de este asqueroso mundo que me ha importado alguna vez. Así que, todavía estoy esperando saber si hay vida antes de la muerte, ¿te enteras?
Me soltó, no sin violencia, y se marchó a paso ligero. Recobré la lucidez y supe que debía dejarlo solo.
Dos horas después Suso estaba en la barra de un lupanar cargado de whisky hasta las cejas.
Se acercó una mulata escultural, de caderas anchas y culo respingón, poco pecho pero puesto en su sitio y labios carnosos. Sus escuálidas ropas parecían cicatrices de su historia y sus ojos un par de almendras tostadas bañadas en miel. Le echó el brazo por encima restregando tanta piel como pudo sobre el brazo siniestro de Suso.
- Hola, mi “amol”. ¿Te apetece pasar un buen rato?
Suso la miró con compasión.
- ¿Cómo te llamas?
La mulata acercó sus labios al oído de Suso, rozándolos con intención antes de responder.
- Me llamo como tú quieras.
Suso la miró sin esbozar ni la semilla de una sonrisa. Se clavó en sus ojos como intentando penetrar en ellos. La dulce mulata no dudó. Mantuvo su gesto deseoso y su mirada alegre mientras se mordía el labio inferior. Suso apuró la copa y, esta vez, sin mirarla a los ojos le dijo:
- Te llamaré Consuelo.
Comentarios
je
Es dificil vivir una situación así, pero creo que Suso no lo ha sabido llevar bien...
No se puede vivir amarrado al pasado, porque entonces nuestra propia existencia se queda anclada a él.
Debemos ser consecuentes con lo que nos va pasando e intentar asimilar en la medida de lo posible todo aquello que nos depara ésta vida, sea bueno, malo o normal.
Nadie dijo nunca que vivir fuese un regalo fácil de cumplir, pero al fin y al cabo, es un regalo. Lástima que en muchas ocasiones, los que llegan a apreciarla como se merece es porque están a punto de perderla.
Un beso y una historia maravillosa.
Bonita historia, melancolica también pero no muy lejos de aquellas realidades de quienes amamos intensamente y aunque perdamos a esos seres nos quedaran por siempre incrustados como puñal.
Saludos
Un dulce y fogoso CONSUELO,y santo REMEDIO.-
Jesús, sinceramente me ha encantado tu historia.
Ha tenido todos los condimentos, y el final, ha sido para aplausos.
ABRAZO desde ARGENTINA.
la narración es poética, con la ternura de entender a un Suso extraño, con la fuerza de contener el amor pero dentro de su extraña forma de vivir
luego cada capítulo una acción que se descubre y el juego de los nombres de las dos mujeres que se correlacionan al final, genial
me gustó t trabajo
cariños
Saludos
Excelente relato
Te entiendo, no es por experiencia propia.
El final es para aplaudir,me encantó.
Un abrazo
Un abrazo
pasada la hora fatídica, volvemos a nuestro cauce.
Es muy propio del ser humano suplantar en otro cuerpo lo que realmente ama, más que nada; porque es eso o....
últimammente he aprendido algo, y es que hay tierras donde los hombres son más proclives a ir de putas, se sostienen o excusan, en que sus mujeres no los aceptan.
A tu personaje lo entiendo, hasta me da ternura.
Un beso
Genial, sinceramente.
Saludos
Teresa.
un aplauso. Feliz Navidad.