STEVEN BRADBURY


Steven Bradbury era un patinador australiano. Su especialidad, el patinaje de velocidad en pista corta. Una modalidad muy difícil y de cierto riesgo en el se producen habitualmente caídas y accidentes peligrosos. Steven Bradbury era un patinador muy prometedor y a los veintiún años había ganados varios torneos internacionales, pero un desagradable incidente en el que se cortó el cuádriceps con la cuchilla de un patín lo alejó de las pistas por una temporada y su recuperación fue bastante delicada. Bradbury trabajó duro y volvió a la competición. Pero estaba claro que la suerte no estaba de su parte y en un entrenamiento, Bradbury fue barrido de la pista por un compañero y se golpeó la cabeza lesionándose varias vertebras. La carrera de Bradbury era, para entonces, un auténtico despropósito. Pero Steven Bradbury no se rindió nunca en su vida. Siguió intentando recuperar el nivel competitivo y disfrutar de su pasión por el patinaje de velocidad. Así, Bradbury, peleó por clasificarse para los juegos olímpicos y lo consiguió gracias a un problema burocrático de un compatriota. Bradbury se coló por fin, por un golpe de suerte, para los juegos olímpicos de Salt Lake City de 2002. Una vez en ellos luchó duro clasificándose contra todo pronóstico para las series de semifinales. En aquella serie Bradbury tendría que competir con el coreano Kim Dong-Sung, el japonés Satoru Terao, el chino Li Jiajun y el canadiense Mathieu Turcotte. Todos más rápidos y jóvenes que él, puesto que el australiano era ya demasiado veterano. Entonces, Steven Bradbury, honesto consigo mismo, supo reconocer que no tenía ninguna posibilidad de desarrollar una carrera de igual a igual con aquellos patinadores, y decidió quedarse atrás en la carrera y esperar a que algo sucediera.  Y sucedió. El coreano Dong-Sung se cayó y en la última recta cayeron Li y Turcotte. Bradbury entró segundo detrás de Terao, pero este fue descalificado y el australiano se coló en la mismísima final de los juegos olímpicos de invierno Salt Lake City 2002.
Bradbury no podía creerlo. Sus expectativas se habían desbordado y pensaba que nunca olvidaría aquellos juegos. Desde luego que no.
En la final le esperaban, el estadounidense Apolo Anton Ohno y el surcoreano Ahn Hyun-Soon, el gran favorito. Bradbury optó por mantener su estrategia y cuando empezó la carrera se quedó en último lugar esperando que algo sucediera. Y volvió a ocurrir. En la última curva el tercero perdió el equilibrio y salió de la pista. El segundo, Hyun-Soo, intentándolo esquivar, chocó contra las piernas de Anton Ohno, que iba primero; Y el cuarto, que pasaba por allí, también terminó pringando y yéndose al suelo. Bradbury, ante los ojos atónitos de todos los presentes entró primero en la meta y logró la medalla de oro olímpica.

Bradbury no tuvo suerte, no te equivoques. Bradbury fue listo y perseverante y encontró su premio. Cualquiera que hubiera sufrido las vicisitudes de Steven Bradbury hubiera abandonado, pero él no. Primero peleó y entrenó duro para poder competir y luego supo entender cuales eran sus posibilidades ante rivales más fuertes que él.  Así consiguió incluso más de lo que él mismo se había propuesto.
Ahora sal ahí y, ya sabes, no dejes vencer por las lesiones, continúa. Y cuando llegue el momento, interpreta con honestidad cuales son tus posibilidades y ten fe en ti mismo. El premio te está esperando.


Os dejo un video en el podéis ver las series de semifinales y la final de Bradbury en aquellos juegos.


Comentarios

Loli Salvador ha dicho que…
Con la voluntad despierta y sin cejar en el empeño, supo trazarse una meta concreta. Por eso, una sucesión de pequeños actos cuando van en buena dirección, son un estímulo para alcanzar sueños que parecían imposibles.
Un abrazo
Jesus Dominguez ha dicho que…
Así es Loli.

Un saludo
Privalia españa ha dicho que…
Me encanta el blog!
Felicitaciones por cada publicacion!!
Es genial ser parte!
besos

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