LA MITAD DEL CEREBRO
Hoy leo, no sin asombro, un
estudio de una universidad de California en el que analizan las capacidades
cognitivas de seis personas a las que, durante su etapa infantil, les fue
extirpado por uno u otro motivo la mitad de su cerebro. Es curioso atender a la
explicación de cómo inicialmente pierden la capacidad del habla, la movilidad
del lado opuesto del hemisferio amputado o la visión de un ojo. Pero aún
sorprende más el hecho de que el cerebro muestre capacidad de reorganizar sus
funciones y desarrolle de nuevo, no sin dificultad, el lenguaje articulado, la
movilidad perdida e incluso parte de esa visión. En la parte del estudio
comparativo, algunos individuos muestran enlaces neuronales de mayor poder
cognitivo que personas con el cerebro completo, conexiones de redes de mayor envergadura
y fuerza. Impresionante.
No hace mucho, una persona
querida perdió a su madre. Esta persona es joven. Su madre también lo era, al
menos para morir. El día del sepelio estuve con ella. Hablaba con dificultad, apenas
controlaba el temblor de sus manos y recuerdo su mirada perdida en un horizonte
inexistente. Estoy seguro de que apenas pudo ver a cuantas personas nos
encontrábamos allí. En definitiva, perder a un ser tan querido como una madre
debe ser algo así como que te extirpen la mitad del cerebro. Sé que ella saldrá
adelante. Estoy seguro, y de hecho sé, que ya lo está haciendo.
El ser humano, en su grandeza
insondable, es capaz de reorganizar sus funciones y recobrar de alguna manera
la capacidad de vivir, incluso con medio cerebro. Sabéis que siempre lo he
sabido porque, quien me conoce está al corriente de que mi fe en el hombre es
imperturbable, pero ahora, ay amigo, ahora puedo apoyarlo en un estudio científico.
Que nadie me lo discuta.
A Patricia Benjumea, con todo mi
cariño.
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