Ir al contenido principal

Destacados

LA CORRIENTE

Probablemente me dejaría llevar con ellos. Supongo que no lo dudaría. Entiendo que el corazón tiraría de mí, soltaría mis manos y lucharía por alcanzarlos. Sin pensar si quiera que tal vez fuera imposible, daría igual, porque si no fuera con ellos, ¿qué haría? ¿qué sentido tendría todo cuanto soy, todo cuanto hago o pienso? ¿Qué más daría firmar la defunción de todas mis historias si la corriente los lleva? ¡Qué dolor, madre mía! ¡qué dolor más grande! Y cuando llegara el momento de rendirse y entregarse a la corriente sería soportando la culpa de no haber sido capaz de protegerlos, de asirlos debidamente, de retener sus cuerpos junto al mío. Así que, ¿qué más daría la muerte? ¿qué iba a importar ya el tiempo? ¿qué razón quedaría viva? Casi no soporto imaginarlo, no creo que pudiera vivirlo. Ese hombre abrazado al tronco de un árbol viendo como la corriente le arrebata a sus hijos…

UN DON JUAN TENORIO PECULIAR


Hace ya algunos años, en un teatro de Madrid, se llevó a cabo una representación de Don Juan Tenorio, de José Zorrilla, que estuvo plagada de sorpresas.

La obra llevaba ya varias semanas en cartel cuando uno de los actores, que hacía el papel de un alguacil, dejó el teatro para irse a trabajar a otro sitio, de modo que uno de los figurantes fue seleccionado para que hiciera su papel. El texto era corto y muy sencillo: el alguacil: el alguacil entra en escena, casi al comienzo de la obra, y pregunta: “¿Sois vos Don Juan Tenorio?”; Don Juan dice: “Yo soy”, y el alguacil exclama: “Sed preso”.
El figurante recién ascendido estaba muy nervioso el día de su estreno. Antes de salir a escena, no hacía más que repetir una y otra vez: “¿Sois vos Don Juan Tenorio?” “Sed preso” “¿Sois vos Don Juan Tenorio?” “Sed preso”. Y así continuamente. Al fin le llegó el turno. Dando tumbos, salió al escenario y con voz insegura preguntó:

- ¿Sois vos Don Juan Tenorio?
- Yo soy

Y ahí el pobre novato se quedó en blanco. No recordaba qué le tocaba decir y decidió improvisar:

- ¡Documentación!

El público estalló en carcajadas. Don Juan no sabía responder… al fin masculló algunas palabras, algo así como “por Dios os juro que soy Don Juan Tenorio” y viendo que el figurante no decía nada más, lo cogió por un brazo y se lo llevó de escena, gritando “¡está bien, os acompañaré a la prisión!”.

(No se supo nada más del figurante)

Pero ahí no acabaron los avatares de esta terrible función. Llega un momento en la obra en que Don Juan y Don Luís Mejía se baten en duelo. Al fin, el primero saca una pistola y mata al segundo de un tiro. Pero aquella noche aciaga… cuando Don Juan fue a echar mano de la pistola, ¡se dio cuenta de que no la llevaba! ¡se la había dejado en el camerino! ¿Cómo matar entonces a Don Luís? Sin pensarlo ni un segundo, le dio una patada en salva sea la parte, ahí, dónde más duele.

Don Luís le miró con gesto de sorpresa (que no de dolor; la patada fue simulada), y pensando que tal patada no era suficiente para convencer al público de su muerte, exclamó:

- ¡La bota estaba envenenada!

Y se murió.

Nunca un público se había reído tanto con Don Juan Tenorio.

P.D: Espero que os haya gustado. Si todo va bien, todas las semanas os ofreceré alguna anécdota relacionada con el mundo de la literatura, el teatro y/o el arte en general.

Comentarios

david ha dicho que…
Soy tu primo, muy bueno lo de Juan tenorio sigue poniendo anecdotas....nunca viene mal hecharse unas risas en las noches solitarias de Madrid.
Jesus Dominguez ha dicho que…
Gracias, Primate, seguiré ofreciéndoos anécdotas. Esta era cojonuda, nunca mejor dicho.
JOAQUIN CRISTOBAL ha dicho que…
Hola hermano, espero poder disfrutar de todos tus escritos tanto como tu en su creación. Sigue dándonos dosis de tu buen hacer literario.Gracias por compartir este rinconcito con nosotros
Jesus Dominguez ha dicho que…
Gracias, hermano. No sabes lo feliz que me hace. Un abrazo.
Luthien ha dicho que…
Es una lástima que yo ande en otro continente, me hubiese gustado mucho por como relatas, ver la obra

Entradas populares