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LA CORRIENTE

Probablemente me dejaría llevar con ellos. Supongo que no lo dudaría. Entiendo que el corazón tiraría de mí, soltaría mis manos y lucharía por alcanzarlos. Sin pensar si quiera que tal vez fuera imposible, daría igual, porque si no fuera con ellos, ¿qué haría? ¿qué sentido tendría todo cuanto soy, todo cuanto hago o pienso? ¿Qué más daría firmar la defunción de todas mis historias si la corriente los lleva? ¡Qué dolor, madre mía! ¡qué dolor más grande! Y cuando llegara el momento de rendirse y entregarse a la corriente sería soportando la culpa de no haber sido capaz de protegerlos, de asirlos debidamente, de retener sus cuerpos junto al mío. Así que, ¿qué más daría la muerte? ¿qué iba a importar ya el tiempo? ¿qué razón quedaría viva? Casi no soporto imaginarlo, no creo que pudiera vivirlo. Ese hombre abrazado al tronco de un árbol viendo como la corriente le arrebata a sus hijos…

MANHATTANHENGE


El ser humano tiene, entre otras muchas cualidades, la de sorprender y sorprenderse con una facilidad pasmosa. Tal vez se deba a que establece una realidad en su cabeza, que adjudica universal. Tal vez sea verdad que vive, como decía Platón, en la caverna donde solo se reflejan sombras que proceden del mundo real. El caso es que es fascinante lo humilde que nos hace el sentido de la sorpresa. Cualquier amigo puede dejarte de piedra con un comentario o crítica descerebrada o con un elogio desmesurado, cualquier ser diminuto puede dejarte fascinado con un gesto impredecible o un ataque voraz. En Manhattan, la ciudad de los rascacielos, en el corazón de La Gran Manzana, se produce (un par de veces) cada año un fenómeno impresionante. El sol se alinea con las calles para ofrecer un espectáculo tan sumamente bello que el mundo parece detenerse. El neoyorquino de marras para su coche en mitad de la vorágine de un tráfico desorbitado, se baja del vehículo y se queda pasmado mirando al sol. Así es, toda la ciudad alucina con este inmenso show de la naturaleza. El mérito, evidentemente, no es del sol, que hace eso todo los días, en realidad. El verdadero valor es que el ser humano, que ya ha pisado la luna, que es capaz de inventar un colisionador de hadrones para desafiar al tiempo, que ha puesto a volar construcciones de toneladas de metal, que ha provocado mil y un inventos increíbles… ese hombre aún se sorprende por una puesta de sol. ¡Qué grande somos! Ojalá conserve toda mi vida la capacidad de sorprenderme, y si no, ya habrá alguien capaz de hacerlo por mí. Seguro.

Comentarios

Micaela ha dicho que…
Muy hermosa la fotografía. Ojalá el ser humano encuentre siempre esos momentos de asombro ante el espectáculo de la naturaleza o de las cosas más sencillas. Un abrazo
Jesus Dominguez ha dicho que…
Gracias, Micaela.
Seguro que sí. Si a estas alturas aún no ha perdido la capacidad de sorprenderse...
Un abrazo.
Agen Slimming Capsule ha dicho que…
hay un millón de maneras de lograr un sueño, si no de una manera y luego todavía hay otras maneras de 999.999 que debe probar.
Que hermoso Jesus!!!
Me encato este post
Debo felicitarte por las publicaciones que nos traes a diario, Te sigo!!!
besos
Aliexpress contacto ha dicho que…
Me encanta el blog!
Felicitaciones por cada publicacion!!
Es genial ser parte!
besos

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